En la sierra hidalguense, donde las lluvias han dejado caminos borrados y pueblos enteros incomunicados, la ayuda no llegó por tierra ni por aire oficial, sino desde la voluntad de la gente.
Vecinos del municipio de Tepehuacán de Guerrero encontraron en la tecnología una vía para resistir: un dron de uso agrícola se convirtió en el puente que permitió llevar alimento y esperanza a las comunidades de Olcuatla y Villa de Ocampo, que permanecen aisladas desde hace más de una semana.
La idea nació de Nahum Villeda, habitante de Chapulhuaca, quien, al ver la falta de respuesta institucional, convocó a amigos y conocidos por redes sociales. “No había paso ni ayuda, y la gente ya no tenía qué comer. Conseguimos un dron prestado y empezamos a cruzar la despensa poco a poco”, contó.
Las imágenes que compartieron en video muestran cómo el dron sobrevuela los márgenes del río y deja caer paquetes con medicinas, verduras y agua embotellada. Fue una operación improvisada, sin uniforme ni respaldo oficial, pero con la precisión de quienes conocen el terreno y la urgencia.
Mientras la carretera que conecta a San Juan Huehueco sigue intransitable por los deslaves, la iniciativa ciudadana ha conseguido lo que los helicópteros no: entrar en los puntos donde el acceso por tierra es imposible. “Nos apoyaron unos muchachos de Ixmiquilpan que trajeron el dron, y la gente de Huejutla también mandó víveres. Así nos fuimos organizando”, relató Villeda.
La acción, más que un gesto de ayuda, se convirtió en un símbolo de resistencia. En un contexto donde las lluvias dejaron a cientos de familias sin comunicación ni recursos, la comunidad tomó en sus manos el papel que normalmente corresponde al Estado.
“Cuando el camino desaparece, siempre hay alguien que encuentra otra forma de llegar”, dijo uno de los voluntarios al final de la jornada.
En la Sierra Alta, entre el lodo y el silencio de las montañas, un dron se elevó como señal de que la solidaridad aún puede volar más alto que la tragedia.
